«Hace treinta mil años, los seres humanos se encuentran en África, Europa y Asia, pero no en América. En las Américas no había hombres. Éstos llegaron allí hace veinte mil años, procedentes de Asia y pasando a pie por lo que hoy conocemos como el estrecho de Bering. Fue durante el último período glacial; el nivel del mar estaba más bajo.
Por lo tanto, los indios de América son asiáticos aun hoy, por sus rasgos físicos y por los lenguajes que hablan.
Después volvió a subir el nivel del mar, aislando a aquellos hombres del resto de la humanidad —¡que no se unió a ellos en su continente, y para su desgracia, hasta el siglo XVI de nuestra era!—. En la misma época, los aborígenes australianos llegaron a pie desde el continente antes de quedar aislados también ellos.»
Pasaje de: Jean-Claude Barreau & Guillaume Bigot. “Toda la Historia del Mundo”.
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Hace un par de años estuve leyendo unos textos acerca de la prehistoria y me resultó muy interesante ver los distintos estadios de la Tierra en cuanto a los períodos glaciares y sus interglaciares. Esto tiene mucho que ver evidentemente con el asunto de las migraciones humanas.
No voy a hacer aquí un compendio de todo ello, pues para eso hay fuentes solventes, simplemente quiero resaltar la cita de Barreau y Bigot por cuanto significa a nivel antropológico, esto es, una participación casi «reciente» de las etnias (ahora no se es proclive a la terminología «razas» en el mundo antropológico) asiáticas y australianas en la «confederación» de estados americanos en el Norte y Sur respectivamente.
¿Barrio chino de Manhattan? ¡Oiga, pero si nuestros ancestros llegaron aquí antes que ustedes!
El deshielo marcó el camino para la entrada a un continente virgen que aún desconocía a uno de los pobladores del mundo que luego se haría con el poder.
El hielo nos dejó los lagos de Covadonga en el norte peninsular español o la región de los Grandes Lagos en Norteamérica.
El Riss-Würm fue nuestro precedente migratorio, ahora estamos en el interglaciar Würm… ¿pero hasta cuando?
La Tierra nos tiene a su modo, nos autoriza a vivir, pero sin demasiadas prerrogativas. La dependencia humana de los cambios terrestres climáticos o continentales dan lugar a la desaparición de especies, a la aparición de otras nuevas y a la renovación molecular de una formación de más de cuatro mil quinientos millones de años.
El movimiento continuo lo es, sin más explicaciones, y continúa.
Nada es eterno salvo, parece, la materia. Los post-glaciales tampoco.
Bueno, al menos Walt Disney lo ratificará… 😉
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