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El despertar
Por Miguel M. Delicado Publicado en Filosofía en 10/11/2012
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El éxito sigue a un gran esfuerzo

Madrugar y ver amanecer, un «placer» reservado a unos pocos elegidos.

El amanecer tiene propiedades vitales especiales. Cualquiera que lo pruebe se dará cuenta de que se produce una simbiosis entre la naturaleza y su cuerpo que dificilmente verá en otro momento del día.

Reducir horas de sueño y darle más calidad a éste con una cena ligera de frutas, una buena almohada y un colchón confortable. Ganarás vitalidad. ¿Que cuesta coseguirlo? ¡Pues claro!, no se conoce nada tan productivo que sea gratis.

El sueño debe tener la función de reparación mental y física que el cuerpo necesita, una vez cumplida, el resto es desperdicio de tiempo de vida.

Evidentemente el tipo de trabajo, la hora de acostarse, los problemas personales y familiares influyen y mucho en la posibilidad de madrugar o no, pero sí tiene la oportunidad de intentarlo.

Creo que todos pasamos por fases de sueño distintas. Yo he dormido como los lirones, ahora sin embargo me levanto a las seis y cuarto y me duermo a las doce de la noche. He decidido ir a trabajar andando porque solo ahorraba cinco minutos en coche (semáforos). Mientras ando de noche hacia el trabajo o vuelvo de trabajar al mediodía escucho podcast de Historia, Arte, Filosofía o lo que uno pueda o quiera. Aprovecho mi tiempo perdido en un coche esperando a que cambie el semáforo. También pueden escuchar podcast en el coche o el en tren si tienen que recorrer distancias más largas.

El fin se reserva un cometido especial para ti: lograr un cambio de rutinas que aporte esencia vital de conocimiento, enfoque del día que empieza o reducción de la fatiga «estrésica» hacia unos límites ponderables dentro de unos parámetros asequibles.

No se trata del tipo de vida o trabajo que uno lleve, un conductor de maquinaria de carreteras, un camionero, un catedrático de universidad, un médico, un oficinista, un monitor de gimnasia, un ama de casa puede escuchar su avance como persona eligiendo su propia rutina… dentro de los límites que esta sociedad alienada nos permite.

Cinco minutos dentro del coche pueden ser un mundo de conocimiento y enfoque personal o una pérdida de tiempo esperando un «cambio» de fase que no nos cambiará en absoluto.

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