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La Iglesia en la época medieval. ¿Y ahora?
Por Miguel M. Delicado Publicado en Religión en 13/04/2011
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Pero… ¿en qué siglo estoy?
El título no es irónico, aunque yo lo sea, y es que si no fuera porque estamos viendo discusiones en Internet, ¿quién no diría que el «cisma» que se presenta en esta entrada no es casi de la época medieval?

Se habla hoy en día de cosas que posiblemente ya provocaban escarnio en esos siglos, y es que el hombre o la mujer pueden vestir un pantalón vaquero o una túnica, pero el pensamiento espiritual es en sí muy parecido de una época a otra. Quizás la Iglesia ha evolucionado menos que la sociedad con el paso de los siglos y esto probablemente se deba a que las tradiciones son “per se” antiguas, y esto ya es decir mucho a favor de la propia evolución eclesiástica, por muy pequeña que haya sido.

Los argumentos planteados en muchos foros son sólidos, de hecho se pronuncian hechos y palabras que son muy interesantes pero (el “pero” anula lo anterior, recordad que hay que usarlo poco) lo que veo bajo mi prisma (probablemente equivocado) es que las disquisiciones entre Iglesia y sociedad; entre papas y patriarcas; entre Occidente y Oriente; entre iconodúlios e iconoclastas y al fin entre tantas cuestiones dogmáticas y políticas, no se traducen más que en la propia cualidad del ser humano de cuestionarse las cosas… y eso es bueno.

Las transiciones eclesiásticas durante el pasado medieval, incluso desde los albores del cristianismo allá por el siglo II d.C. han originado un devenir de creencias distintas como exponéis muy bien, pero lejos de verlo como un problema, que sí lo es para el aquilatamiento de poder, no es más que una disgregación de opiniones fundadas sobre la base de una misma creencia, la existencia de Dios… sea el que cada uno quiera. Los planteamientos sobre Filioque, la Santísima Trinidad o la Sunna de Mahoma, así como cualquier otra cuestión parecida no son más que la opinión de tres hijos sobre su propio padre.

Evidentemente mi intención disertadora es totalmente respetuosa con las creencias. En el medio no siempre ha estado la razón (Nicolás Copérnico, Cristobal Colón…).

Aunque los pronunciamientos de argumentación están para intentar convencer, que cada cuál se convenza por sí mismo. No tiene más razón el que más grita, ni me van a convencer por darme charlas muy animadas o sermones aburridos. Esto vale para cualquier época, y si no ¿por qué se les eximía de ciertos impuestos a los conversos al Islam? ¿por qué confesaban “bajo potro” cualquier cosa hereje ante un inquisidor medieval? pues porque el ser humano debe convencerse no debe ser convencido. La Iglesia cristiana y su lado ortodoxo tenían y tienen los mismos problemas que entonces; poderes políticos a su lado y en contra, creencias parecidas pero no iguales y ansias de poder de control social.

Las cruzadas cristianas

A Dios lo que es de Dios (que cada uno elija el suyo), al César lo del César. Que nadie intente “convencer”, porque esa intención de interpretar lo de uno como lo mejor ha provocado muchísimas muertes de gente inocente, ya desde el mundo antiguo. ¿Por qué tanto interés en tener que ser cada vez más de los míos y menos de los otros?

La Iglesia con sus fondos para la predicación, la misión y el culto, el poder político con los suyos para gobernar… y las mezclas de agua y aceite pues… nunca han dado mucho resultado ¿no?

PD: solamente os he puesto cinco “peros”. Prometo ser más diligente en la próxima… pero (seis) no me intentéis convencer.

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