En esencia, un traje espacial es una pequeña nave espacial. Todo lo que un astronauta necesita para sobrevivir tiene que estar contenido dentro de su traje, de ahí que sea tan importante. Ahora, la NASA acaba de presentar dos trajes espaciales diseñados para el programa Artemis, que tiene como objetivo aterrizar a la primera mujer y al siguiente hombre en la Luna para 2024.
Los trajes semirrígidos actuales de la NASA fueron introducidos por primera vez hace casi 40 años, son voluminosos y difíciles de mover. Fueron diseñados para caminatas espaciales flotantes, no para caminar sobre una superficie rocosa. Era hora de una actualización. Los dos nuevos prototipos presentados son mucho más livianos y eficientes.
Un gran receso de exploración tripulada, pero no de la robotizada. Estamos en camino de afrontar un nuevo reto, aunque sepamos de antemano que no nos va a aportar nada especialmente aprovechable de inmediato. Pero esa no es la cuestión; ni siquiera si hay o no vida, porque sabemos que eso solo es cuestión de tiempo y estadística: aquí lo importante estiba en comenzar a afrontar tecnológicamente la inmersión espacial de los humanos que tienen los días contados en un planeta que será engullido por su estrella. ¡Algo habrá que hacer! ¡¿No?!
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