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A Nandana Sen
By Miguel M. Delicado Posted in Escritos del Autor on 04/12/2012
De Atenas a Esparta no hay 40 Km. Previous Nostalgias renacentistas. Comentarios Next
Nandana sen

Demostración de un mito eólico de fragancia exuberante transformando la simple materia en belleza.

Seda negra de una calidad imponderable, deslizando desde la cumbre hacia un valle nevado.

Dos jades refulgentes que alumbran hacia el firmamento; desde lo temporal hacia lo divino.

Silueta doblegada hacia el éter de la divagación humana, el pensamiento más puro.

Entreabierta cueva de deseo se apercibe bajo sus jades y eólica naturaleza, pero bloques marmóreos impedirán tu paso.

Cueva de placer, de tesoros escondidos que a ¡Oh sésamo! no pertenecerá.

Canon de cánones, solo se le permite competir consigo misma.

Nandana fílmica, Nandana pétrea y «europeamente» desconocida. Solidez artística reconocida; dirección bellísima de un pálpito descontrolado.

Creo sentir cerrando los ojos cómo se abren los bloques…
Quizás sea posible arropar y fundir esa aterciopelada y mojada criatura de la cueva con la de mi deseo.

Miríadas de contrastes rodean sus senos como un engaño natural hacia la búsqueda del vellocino de oro. ¡Cólquide seductora!

Se aleja…

Recuerdos de un sueño patibulario…

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