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El Mito de la Caverna de Platón
Por Miguel M. Delicado Publicado en Filosofía en 09/01/2012
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El mito de la caverna

El mito de la caverna

Nos vamos a adentrar en la reflexión sobre el único y verdadero motivo de la vida, esto conlleva asumir la dificultad, no tanto de la interpretación del mito platónico, cuanto de descubrir el camino hacia la verdad natural (que se muestra sin buscarla) o sistemática que hace que el hombre encuentre la verdadera felicidad de “estar aquí”.

El mito nos muestra una forma de entender la realidad, que siempre es relativa al ser humano que la percibe. La realidad de la caverna es para sus moradores la de las sombras que ven y oyen “¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?”, lo que los lleva a entender la realidad como las sensaciones que se perciben por los sentidos. Ni las sombras hablan, ni tienen realidad (salvo lo material que las produce), pero la oscuridad de conocimiento que poseen los moradores les hace vivir una experiencia parcial, donde lo conocido es lo real y lo desconocido inexistente. En suma, la propia verdad, la existencia de un mundo diverso, de un sol (el bien que cegará al inicio pero que dará verdadera luz al alma) y de una “verdad” ¿suprema? Hablaremos al final de esta reflexión sobre ello, pues no está tan claro.

El mito nos muestra las consecuencias de afrontar ese descubrimiento, pues la naturaleza de la propia verdad nos cegará “Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra .?”.

Ello se infiere del conformismo y de la tendencia natural del hombre y de todos los seres vivos al desarrollo en terreno conocido, al movimiento de consecuencias sabidas, al desarrollo en ámbitos dominados. Esto no quiere decir que no haya múltiples formas de afrontar este conformismo o estatismo, de hecho el afán investigador del hombre le ha llevado a conocer otros mundos, pero eso es precisamente lo que cuesta, el dar un pequeño paso que de comienzo a un largo viaje de miles de kilómetros. Esa luz cegadora se produce precisamente porque es preferible y más cómodo quedarse en el interior de la cueva y de lo conocido, aunque no es lo recomendable ni lo auténtico.

Las situaciones vitales que se derivan de ese mito platónico son infinitas, desde una profunda depresión de una persona, pasando por las fobias o incluso el intento de aislamiento voluntario del mundo real, hacen que ese paso difícil para conseguir salir de la situación estática se convierta en una lucha hacia una verdad que Platón quiere que imaginemos a través del mundo de las ideas, pues este es el que nos permite acercarnos a la “Arkhé”.

Cuando nos dice “[…] una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas” nos está transmitiendo la propia dificultad en llegar a esa profundidad del alma, una especie de revelación de lo que nos ha sido oculto por nuestra propia ignorancia.

Cuando uno conoce no teme, y Platón nos está marcando que el conocimiento de lo desconocido, de esa parte exterior de la cueva es la que nos acercará a la felicidad del alma, a un ser más profundo y más sereno, más dueño de sí mismo y menos abocado al desenvolvimiento por la inercia de la propia sociedad  que le rodea. Evidentemente esta búsqueda deriva en numerosos problemas por la propia ignorancia de los demás y aquí nos adentra en la odisea de Sócrates con sus contemporáneos y su propia muerte “¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.

Matrix. Descubriendo la verdad…

La filmografía o la literatura actual tienen muestras distintas de este mito de la caverna como “Matrix”, pero quizás en “El Show de Truman” encontraremos esa muestra más clara de la “cueva” y del mundo exterior. En todas ellas lo que se intenta mostrar es precisamente esa enseñanza de Platón de que a través de la búsqueda y del inconformismo con lo establecido se puede llegar a descubrir lo auténtico, lo que nos dará una profundidad del alma, lo que no es más que encontrar el sentido de la propia vida, de la verdad a través del conocimiento y de la “tranquilidad” del ser. El bien, la belleza o la paridad de la justicia vendrán a la luz de esa sabiduría (oriental) o filosofía (occidental), pues tal y como Platón indica “[…] en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública”, el conocimiento de la realidad de las cosas hará que el ser transformado difiera en su modo de obrar y proceder, tanto en lo público (política) como en lo privado. Esto conllevaría la transmisión de ideas poseedoras de “Arkhé” tanto en el ámbito privado como en el social, aportando al resto de hombres y por expansión, la luz que permitiría evitar la infelicidad del alma.

Un simple trueno fue motivo de temor y angustia para los hombres del prehistórico, e incluso de la propia Grecia, la ignorancia determina caminos equivocados de solución (implantación de furia de los dioses, enfado de la madre Tierra…) que a su vez derivan en un abanico de erróneas decisiones. Platón ya nos mostraba (sin conocer lo que era el trueno) que si indagamos en su origen (“Origen”, otra película que viene al tema), esos miedos y esa infelicidad por lo desconocido nos llevaría al engrandecimiento del alma.

Platón nos desgrana y nos muestra un camino, pero nos deja libres para razonar, para entender y para descubrir. Nadie nos asegura que la verdadera realidad esté en ese sol, en esa naturaleza externa a la cueva, en ese mundo externo a la misma, pues ¿quién podría decir que este planeta es único, que nuestra galaxia o nuestro universo lo son? ¿son la última verdad? Las ideas y el razonamiento derivado de las mismas nos pueden adentrar en mundos mucho más ricos… pues nuestro universo podría no ser más que una pequeña isla de 13.700 millones de años de vida dentro de un espacio mayor que podemos intentar imaginar.

La vida de una hormiga o del hombre no es más que el devenir en un entorno pequeño y conocido, su hormiguero y un territorio de no más de doscientos metros. Lo desconocido es la verdad, la parte exterior de una cueva o un universo entero. El intento de descubrir esa realidad es lo que Platón nos propone como reto a la conformidad vital.

Yo me apunto a eso, pues ya conocí la ignorancia “[…] hay que comparar la región revelada […] y la revelación es mucho más placentera, aunque sepamos que no sabemos casi nada. Los filósofos como Platón nos demuestran que quizás es la “búsqueda” lo que realmente importa, pues de ella nacerá el conocimiento, sea este mayor o menor.

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