Todos estamos conectados. Todo está conectado por frecuencias invisibles que hacen que vibremos de una forma u otra. Nuestra sintonía con unas personas concretas también se define con un patrón similar al que aquí vemos a modo de ejemplo.
El mundo cuántico aún está por descubrir, pues cuanto más profundizamos en él, más percibimos lo lejos que está su final —si es que lo tiene— y lo difícil que resulta su comprensión. Que se lo pregunten a Einstein, que no pudo conjuntar ambas teorías.